Un Cuento de Mierda I

Héroe de la locura

Es tan fácil ser poeta

y tan difícil ser hombre.

(Bukowsky)

Me dejare de adornos: hoy no fue un buen día, salí por una botella de ron con la urgencia de emborracharme en serio, aun era temprano, y a esa hora la calle se llena de optimistas que se saludan y terminan siendo amigos. Parecemos tan frágiles a veces. Personas de vidrio con esperanzas de acero, amigos de la infancia con pasatiempos.

Seré sincero: una prostituta gorda y vanidosa me clavó los ojos. Consuelo en forma de mujer y el sol que proyectaba su pasión a través de un charco de lluvia.

Elijo estos momentos para saber que aun respiro, uuuffff.

A mi edad los consuelos se convierten en prioridades, las prioridades en el carbón que enciende este artefacto que todos llaman vida.

¿Compláceme si?- se escucha en la boca de vinagre de este vagabundo a tiempo completo.

Dulce la Beatriz gobernante de mis criterios, acepta toda esta compleja maquinaria con anteojos que ya no fuma como antes, es cierto, así soy feliz.

Todo a su tiempo: yo arrancándome gotitas de experiencia la mañana de un lunes. Ciérrame la boca para no besarte con afecto, tápame los ojos para no asfixiarte con mis sentimientos, es decir, ámame sin insinuaciones.

Mientras en la radio se escucha que el destino ya vendió todos sus boletos. Ambos perdimos nena. Ambos perdimos.

Lo que describo a continuación esta sucio y apesta: la almohada, la cama, el agua, las paredes, la ventana, una cruz de madera, los cuerpos que ya no se hablan.

Razonemos un poco: Aun no estoy ebrio, ¿a donde iré al caer la tarde?

Mientras, los ojos de una paloma brillan contra la luz del firmamento ­»Pórtate bien soldado de la vida, pórtate bien»- Parece murmurarme.

¿Y el amor donde esta? – se escucha un día cualquiera en las mañanas del mundo.

FIN

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